La agronomía biológica se inscribe en la continuidad de la agronomía clásica del siglo XIX que proseguía una aumentación de la productividad en agricultura sin recurrir a la síntesis química. Sus principios esenciales son: un buen conocimiento del suelo, una gestión optimal de la materia orgánica (residuos vegetales y animales con o sin compostaje), la búsqueda de complementaridades entre los cultivos (rotaciones que implican leguminosas, asociación de cultivos y de ganadería), una ingenería agropaisajística (tamaño de las parcelas, disposición de setos) favorable a la protección de los cultivos, una selección de plantas y de animales que mantiene una diversidad asegurando una mejor resistencia a los riesgos (enfermedad, sequía), un trabajo superficial del suelo para preservar la estructura.
Agronomía biológica
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